El agotamiento laboral, también conocido como burnout, es una realidad entre los profesionales. De hecho, la OMS ya lo reconoció en 2019 y este año lo ha incluido en la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades (CIE-11). Además, un estudio de Deloitte revela que el 77% de los trabajadores han experimentado agotamiento en sus trabajos actuales.
El síndrome del burnout puede producir agotamiento emocional, falta de realización personal y despersonalización. Esta alteración, conocida también como el síndrome del trabajador quemado, se produce debido al estrés patológico (o distrés) que se sufre en el ámbito laboral y, según indica, quienes lo sufren tardan bastante tiempo en detectarlo.
En este sentido, uno de los primeros síntomas del burnout consiste en una sensación de agotamiento emocional que se expresa en forma de fatiga física y mental, o con síntomas difusos de dolor ubicados en diferentes zonas del cuerpo, especialmente en la cabeza y la espalda. También es frecuente que se vea comprometida la motivación por acudir al trabajo y que la persona que lo sufre se sienta atrapada o desesperanzada.
Otro claro síntoma de burnout es la sensación de falta de realización como individuos, es decir, dejar de percibir que el trabajo aporta valor a la construcción de las metas y objetivos vitales. Este hecho supone una disonancia cognitiva pronunciada, puesto que, a pesar de dedicar al trabajo gran cantidad de recursos, se ostenta la creencia de que no conduce a la felicidad.
Un último signo de alarma es la despersonalización, que supone un trato inadecuado (indiferencia, hostilidad, evasión de responsabilidades, sabotaje de vínculos) hacia las relaciones en el contexto laboral, como los compañeros, los clientes o los proveedores. Todo ello puede conllevar al aislamiento y la pérdida de oportunidad de recibir ayuda y apoyo para evitar problemas de salud mental.
¿Cuáles son las causas del burnout?
- Las Condiciones de Trabajo: uno de los potenciales motivos que refieren quienes lo sufren es la exposición a cargas de trabajo excesivas; presión; incompatibilidades entre las funciones que se desempeñan dentro de las atribuciones del puesto; falta de claridad en los procedimientos; o peligrosidad inherente al trabajo, como la presencia de condiciones climáticas extremas (calor y frío), así como el potencial impacto de los errores y desaciertos.
- Las Relaciones Sociales: el acoso laboral es una de las causas más comunes de burnout, reflejadas en situaciones como las burlas, el aislamiento, la degradación de responsabilidades, la distribución injusta de tareas, la difusión de falsos rumores o incluso los actos de violencia explícita (psíquica, física y sexual).
- La dificultad para conciliar el trabajo con otras facetas relevantes de la vida, como la familia o el ocio personal, pueden contribuir de forma muy significativa al burnout.
¿Qué se puede hacer para evitar y combatir el burnout?
Lo primero que debemos tener en cuenta es que, si percibimos que la situación excede nuestras capacidades de afrontamiento, la consulta con un profesional de la psicología puede ser una total prioridad. La información proporcionada puede servirnos como referencia para saber cuál es nuestra situación y tomar la mejor decisión para un correcto autocuidado.
Además, se puede trabajar en torno a cuatro ejes de actuación:
1.- Perfeccionismo y ordenación de prioridades: resulta primordial ser conscientes de posibles auto imposiciones inflexibles y, por consiguiente, intentar tratarnos de modo más compasivo para protegernos, ante los efectos del estrés laboral y/o personal.
2.- Organización del trabajo: hay que buscar la compatibilidad y la definición de las demandas exigibles; diferenciar lo que reviste urgencia de lo que puede ser demorado; y facilitar pausas y descansos periódicamente.
3.- Atención a la vida familiar: resulta esencial disponer de tiempo para el ocio dentro de las rutinas diarias, tanto en soledad como en compañía de otras personas a las que valoramos. Asimismo, conviene aprovechar los periodos de descanso más largos para estar con los seres queridos y fomentar el autocuidado, que es el último de los ejes.
4.- Autocuidado del cuerpo-mente: empezar con nuevas pautas como dormir las horas necesarias, seguir una alimentación regular y equilibrada, o practicar ejercicio.