Las mujeres y los hombres llevan años trabajando codo con codo, sentándose en las mismas reuniones, andando por los mismos pasillos y conviviendo en las mismas oficinas. Pero, a pesar de compartir espacio, las vivencias de hombres y mujeres en el trabajo son muy diferentes.
¿Qué es liderazgo femenino?
Marilyn Loden, Sally Helgessen y Helen Fisher fueron las primeras autoras que, a finales del siglo XX, empezaron a teorizar sobre las mujeres y el liderazgo. Según estas autoras, el liderazgo femenino es la forma de dirección basada en la escucha, la empatía, la comunicación y el trabajo en equipo.
El estilo de liderazgo tradicional tiene que ver con la conquista del éxito, la competición, la resolución racional de problemas, el control personal ajeno, la evitación de emociones y el análisis como método fundamental de actuación.
No obstante, pensar que los estilos de liderazgo de hombres y mujeres son contrarios y/o complementarios —como si se tratara del ying y el yang— sería caer en un error basado en estereotipos.
Barreras al liderazgo femenino:
Quizás parezca imperceptible, pero las mujeres encontramos barreras en nuestra progresión profesional que no se dan en el caso de los hombres. En este apartado vemos los principales obstáculos de las mujeres a la hora de ejercer posiciones de liderazgo:
- Old boys club: Este concepto se refiere a las redes que se generan en los entornos corporativos, y en las que los cargos más elevados de las empresas, de mayoría masculina, tienden a ‘mentorizar’ más a sus iguales. Es decir, a otros hombres.
- Techo de cristal: Este concepto (en inglés, glass cliff), se refiere a las barreras invisibles que impiden a las mujeres alcanzar los puestos de máxima responsabilidad. Fue acuñado por primera vez en 1986 por el periódico Wall Street Journal.
- Techo de cemento: También denominado techo de cristal autoimpuesto es la percepción negativa de las mujeres sobre sus posibilidades de crecimiento. En ese sentido, la perspectiva de desarrollo profesional es mucho menor que la de los hombres, hecho que genera el fenómeno de la profecía autocumplida.
- Síndrome de la impostora: La falta de autoestima y confianza para desarrollar puestos en espacios tradicionalmente masculinos, que se suple con exceso de presión y carga de trabajo, constituye el popular síndrome de la impostora.
- Socialización diferenciada: La socialización enseña a las niñas a ser discretas, a pedir permiso para hablar y a mostrarse educadas. En las organizaciones, esta educación diferenciada genera que expresiones como «perdón», «quizá lo que vaya a decir os parecerá una tontería, pero…», «voy a intentar ser breve», «a ver si me sé explicar»… sean mucho más frecuentes en mujeres que en hombres.
Cómo promover el liderazgo femenino en 7 pasos:
Proponemos siete ideas para promover el liderazgo femenino en tu empresa. Lee atentamente y quédate con las claves que te ayudarán a generar un lugar de trabajo más inclusivo e igualitario:
- Hablar abiertamente de igualdad de género
- Potenciar la diversidad en los equipos de trabajo
- Fomentar la implicación y corresponsabilidad de los hombres
- Establecer objetivos claros
- Promover las redes de apoyo entre mujeres
- Apostar por referentes femeninos en puestos clave
- Invertir en formación corporativa de igualdad de género